PILAR DEL CAMPO PUERTA
Este ensayo biográfico sirve de homenaje a dos grandes autores: Cervantes y Julio Cejador.
El presente escrito se presentó para la Revista del Ateneo de Madrid y no pudo ser publicado; por eso, ha llegado el momento de que los lectores lo conozcan.
JULIO CEJADOR Y FRAUCA. El curioso investigador autodidacta.
De Julio Cejador y Frauca se ha
escrito y dicho tanto como se ha silenciado. Su manifiesta y particular
personalidad, impulsa a enfocar su trayectoria tanto desde la perspectiva de la
intelectualidad y tesón innato, como desde su carácter: malhumorado, huraño,
introvertido, solitario y rebelde. Tal vez, y sin procurarlo, éste le llevó a
las consecuencias del silencio mencionado, indeseable, cuando lo que siempre
anheló fue un mayor reconocimiento de su esfuerzo, de su obra, también
cuestionada en calidad y encasillada como de ejercicio rápido.
Nacido en Zaragoza un 7 de enero
de 1864, a
pulso se ganó los calificativos de filólogo, crítico literario, estudioso de la
literatura española, lexicógrafo, fraseólogo, helenista, orientalista y
cervantista, por su condición de curioso investigador autodidacta.
De los Cexadores de Ateca,
familia de ilustre y noble linaje, cursó sus primeros estudios en Tudela y posteriormente en Francia. En
1880 ingresó, con sólo dieciséis, años en la Compañía de Jesús realizando el noviciado en Loyola, donde estudió por espacio de cuatro años; posiblemente una
opción, la del noviciado, tomada sin la debida meditación. No obstante, esto le
permite alcanzar una amplia formación que desemboca en el predilecto por las
lenguas clásicas. A decir de él mismo, en lo tocante al latín lo aprendió de la
lectura repetitiva de Opera omnia de Cicerón, mientras que Homero le
descubrió el griego, que aprendió con gran facilidad.
Este mismo regusto e idéntica
disposición le llevó a las lenguas modernas: alemán, inglés, italiano, y más
allá. Como afirma en sus Recuerdos de mi vida (Cejador y Frauca, 1927): “Me di en particular al estudio del
sánscrito y las lenguas indoeuropeas; continué leyendo griego a pasto y libros
en vascuence”; llegando a conocer hasta nueve lenguas, añadiendo a las
mencionadas el copto, armenio, hebreo y
algo de turco. Esta capacidad lingüística le permitió, con el beneplácito de
sus superiores en la Orden, tras
ejercer la docencia en diversas poblaciones, viajar por Oriente hasta
Beirut y Palestina, para poder adentrarse en las entrañas, in situ, de
las lenguas orientales y semíticas.
Pero lo que en un principio fue
permisivo -pues la formación en la
Compañía de Jesús, que dura entre doce y catorce años, empezando con el
noviciado de dos, seguidos de un proceso de formación intelectual donde se
incluyen estudios de Humanidades, Filosofía y Teología, después se volvió en su contra tratando de silenciar su obra evitando que viera
la luz.
Así, Andrés Jiménez Soler (Jiménez Soler, 1927) vino
a decir de él: “...
Ciertos episodios de su vida lo segregaron de una parte de la sociedad; más por
muy lamentables que a muchos pareciesen aquéllos, a todos debió interesar su
labor científica, independientemente del hombre; el condenarle al olvido,
obligarle a un retraimiento semejante a la proscripción y dejarlo solo, fue un
muy grave mal para la cultura; al proscribirlo a él proscribieron sus ideas”.
Encerrado en
sí para el estudio y teniendo como aditivo la timidez, creó una imagen hacia
los demás de altanería y orgullo que no le perdonaron. Cierto es que apenas se
relacionaba con el resto de los hermanos, lo que le supuso más de una
amonestación por seguir considerando su postura contraria a la regla, donde la
finalidad principal es «la perfección cristiana, propia y ajena, para gloria
y servicio de Dios».
Sin embargo,
la realidad era otra: el joven jesuita necesitaba la soledad para seguir avanzando en su trayectoria
intelectual: leer, estudiar, saber. Tras su regreso a España, tuvo
como destinado Ocaña, donde estudió Teología y tuvo sus primeros problemas con
los elementos más ultraconservadores de la Compañía. Todos en contra, boicotearon sus investigaciones,
sus publicaciones, y le cortaron las alas por enviada, quizás. A tales
infortunios se unió un desencuentro con
el erudito padre Fidel Fita, y en tal situación era un error continuar, por
lo que en 1900 abandona la Orden y se pasa al clero
seglar, por su condición de sacerdote.
Por
aquellos albores del siglo XX Oviedo fue uno de sus primeros destinos y de
entre los alumnos del padre Cejador estaba un jovencísimo Ramón Pérez de Ayala.
Simpatizaron ambos desde un primer momento, y gracias a la erudición del
maestro pudo el alumno recoger un gran caudal de conocimientos humanísticos. No
obstante, la educación religiosa jesuita no dejó tampoco buen sabor en el
futuro escritor y años más tarde, en su novela autobiográfica A.M.D.G. La
vida en los colegios de jesuitas, Pérez de Ayala refleja con precisión la dificultad del padre Cejador para
amoldarse a las estrictas y rígidas disciplinas; a su vez, éste sirvió de
modelo para el personaje del padre Atienza en la obra citada:
“... pagaba con desprecio la envidia de
sus hermanos y la malquerencia con el alejamiento de su trato, no salía de la
covacha como no fuera para ir a la biblioteca, de donde salía cargado de
volúmenes. Encerrado en su celda, rey de sus acciones, se encontraba a las mil
maravillas y extraía de la caduca amarillez de los libros viejos un goce
inenarrable y tranquilo”.
Así, el padre Cejador pagaba con el mismo
desprecio la postura despectiva que el resto de compañeros tenían hacia él, por
lo que su temperamento de natural adusto e irritable se llenó de cierta
agresividad, incluso verbal, optando por un espíritu de independencia. Como
escribe Antonio Marco García: “No fue de los que por obediencia
sacrifican su voluntad; su espíritu y su individualismo primaron sobre la
firmeza de la norma jesuítica” (Marco García, 2007). Y el propio Cejador afirma: “Soy muy independiente y cuanto huele a
atadura me encora. Esta fue siempre mi lucha, porque yo quería atenerme a la
doctrina de San Ignacio de reglamentarlo todo como buen militar que fue, y con
la reglamentación yo no sacaba nada” (Cejador y Frauca, 1927).
Posteriormente se instala en Madrid, donde va a transmitir sus enseñanzas sobre griego y hebreo durante un año en la Facultad de Escritura del Seminario Conciliar de Madrid (1) impartiendo lecciones en las Cátedras de Teología y Sagrada Escritura. Y va ser a continuación, de1902 a
1906 cuando va a estar en íntima unión con el Ateneo de Madrid, ya que pasará a
dirigir la clase de Lingüística en la Escuela Superior del prestigioso centro.
Posteriormente se instala en Madrid, donde va a transmitir sus enseñanzas sobre griego y hebreo durante un año en la Facultad de Escritura del Seminario Conciliar de Madrid (1) impartiendo lecciones en las Cátedras de Teología y Sagrada Escritura. Y va ser a continuación, de
En 1906
ganó por oposición la Cátedra de Latín y Castellano del Instituto de Palencia donde fundó un Ateneo del que fue presidente. Finalmente, en 1914 consiguió, también por
oposición, la Cátedra de Lengua y Literatura Latina de la Universidad Central
de Madrid.
Defensor
de la lengua vasca estudió antiguas descripciones ibéricas que creyó descifrar
a través del vascuence, y defiende en su obra El lenguaje que el euskera es lengua primitiva, y se funda en el
hecho de que es el único idioma que conserva el estado primordial de los
demostrativos. De otro modo, el desprecio
de Cejador y Frauca hacia la cultura islámica se dejaba ver en expresiones
tales como, “la literatura castellana no debe nada a la arábiga” y considera a
los árabes como parte de una civilización barbárica.
A pesar de sus estudios y teorías se le tachó de
pluma ágil y rápida, a menudo incompleta, precipitada y dispersa, por lo que
recibió censuras de otros eruditos, como Luis Astrana Marín, Julio Casares y el polígrafo peruano Marqués de Montealegre de Aulestia,
o su propio discípulo Julio de Urquijo, quien dijo de él en La tragedia de Cejador, primero que
fracasó por trabajar sin método, y por las afirmaciones que sobre el vascuence
llevó a cabo: que todas las lenguas evolucionan menos el vascuence, no
detenerse en el análisis de las sílabas en las palabras, y empeñarse en
sostener que el vascuence es la lengua primitiva de la humanidad de las que
derivan todas las del mundo.
Volviendo a su etapa en el Ateneo de Madrid, Julio
Cejador fue el socio de número 7.186, y conforme refleja su ficha de ateneísta,
residió en la calle Urquijo, 8.
Según reza en los anales de la ilustre casa, Julio
Cejador y Frauca forma parte del elenco de profesores de la Escuela de Estudios
Superiores durante los cursos 1903-1904, 1904-1905 y 1905-1906.
Detallando cada uno de ellos, para el curso de
1903-1904, octavo desde la fundación de la prestigiosa escuela, en el área
referente a las Ciencias Filológicas (3), Cejador va a
tener el programa divido en dos partes: Embriología del lenguajes, con veinte
lecciones, y Etimología y origen del Castellano, con otras trece lecciones, a
cual más suculentas y llenas de interés con títulos como: “Resultados
ideológicos sobre la naturaleza de las vocales y consonantes en su valor
psicológico”, “La lengua primitiva en sus elementos embiogenéticos, constituida
por un sistema demostrativo que acompaña al lenguaje del gesto” o “Sistema de
leyes fonéticas deducidas de la investigación precedente, como base para
declarar el genio fonético de nuestro romance, tan distinto del latino en
muchos puntos”. Lo que viene a demostrar por lo enrevesado de los títulos
el carácter complejo y peliagudo de su autor. Así pues, en la memoria que se
publicó al año siguiente, se escribe acerca de su didáctica: “Las lecciones
que dio el sabio filólogo D. Julio Cejador sobre Filología comparada, con una
síntesis breve del libro que acaba de ver la luz con el título Embriogenia
del lenguaje, tercero de su monumental obra en publicación. En la
imposibilidad de extraer un asunto que pudiéramos así hacer ininteligible,
insertamos a continuación el hermoso prólogo del citado libro, en el cual
precisamente se contiene todo aquello que fue objeto de las explicaciones del
pasado curso”.
Por otro lado, y durante el curso 1904-1905 D. Julio
va a ocuparse de las Ciencias Filológicas
bajo el título “Laboratorio de Lingüística. La vida de las palabras”,
donde el programa va a ser el “Estudio del cambio fonético y semántico de
las palabras, partiendo del Quijote hasta su primitivo origen”. Con la
anotación de que “el profesor no ha tenido por conveniente redactar de
antemano el programa, por no prestarse a ello el asunto de la obra inmortal de
Cervantes, estudiándolas en dicha obra, en los autores más antiguos, en el
latín, griego y demás lenguas de donde proceden". No obstante, la
lengua y literatura del personaje español por excelencia son su fuente de
estudio, como demuestra en El Quijote y la lengua Castellana, donde
Cejador califica de intraducible la obra cervantina ya que el idioma es el alma
del pueblo, y afirma que la lengua castellana es el archivo, el cerebro, la
fantasía y el corazón del pueblo español.
Dicha obra fue publicada por el Ateneo en 1905 con motivo
del III Centenario de la publicación del Quijote en el homenaje que esta docta
casa organizó, desde la iniciativa de la Sección de Literatura, presidida por
Francisco Navarro Ledesma, con “una serie de conferencias breves, familiares
e íntimas, sin aparato académico” en las que participaron nombres como
Pérez de Ayala, Azorín, Bonilla, Canalejas, Ibáñez Marín, Jiménez Campaña, Mesa, Morato, Navarro y Ledesma, Nogales, Ovejero, Palomero, Roda, Royo Villanova, Salillas, Urbano, Val y Vicente. Poesías de Darío e Icaza, según reza en el prólogo del boletín referente al III Centenario del Quijote.
En la memoria que del presente curso se hizo, se dijo
de Cejador: “… a la par que aumenta el número de sus admiradores, es mayor
el esfuerzo intelectual que se exige… Su labor notable en el Laboratorio de
Lingüística se halla contenida en la obra, que con el título La Lengua de
Cervantes, Gramática y Diccionario de la Lengua castellana en El Ingeniosos
Hidalgo Don Quijote de la Mancha, mereció el premio de 3.500 pesetas del
certamen abierto”. “El efecto total de esta Gramática es el de una obra tan
nueva, que no se parece en nada a las gramáticas que hemos estudiado y que
tenemos por costumbre de ver y manejar… parece un libro que expone una ciencia
nueva sobre el castellano”. Y se añade: “… el Sr. Cejador cuando
emprende una tarea la lleva al cabo de una manera más completa, y además no
puede prescindir de su inmensa erudición y de su espíritu científico”. Como
colofón a esta memoria: “De esperar es que profesor tan laborioso y tan
sabio, cultivador de una ciencia como la suya, lamentablemente olvidada,
encuentre en su patria el merecido premio a la labor infatigable…”
Para el curso 10905-1906 en la Escuela de Estudios
Superiores, Cejador vuelve a encargarse de la Ciencias Filológicas, bajo el
epígrafe de Lingüística comparada (tercer curso) donde impartirá en catorce
lecciones todo lo referente al estudio del lenguaje.
Ese mismo año, en las llamadas conferencias de
extensión universitaria, Cejador predicará De cómo empezar a hablar a
los hombres. También colaboró para la Revista del Ateneo; tal es el tema: Hervás
y Jones (Las bodas reales. Mayo, 1906. Año I, nº 5).
Está visto, pues, que el Ateneo tiene palabras alentadoras para Cejador cuando se dice honrado de haber descubierto un sabio insigne, desconocido, a pesar de sus eruditas publicaciones (ver anexo). Pero donde él se despacha sin tapujos es en su, ya citada biografía, Recuerdos de mi vida, y habla de su malestar ante la sociedad que sigue sin valorar su esfuerzo y formación autodidacta, y en ningún momento se reprime de arremeter contra las instituciones culturales de la época, incluyendo el Ateneo, lo que viene a demostrar que no cuidó el apoyo que se le daba y que tanto beneficio le hubiera procurado.
Está visto, pues, que el Ateneo tiene palabras alentadoras para Cejador cuando se dice honrado de haber descubierto un sabio insigne, desconocido, a pesar de sus eruditas publicaciones (ver anexo). Pero donde él se despacha sin tapujos es en su, ya citada biografía, Recuerdos de mi vida, y habla de su malestar ante la sociedad que sigue sin valorar su esfuerzo y formación autodidacta, y en ningún momento se reprime de arremeter contra las instituciones culturales de la época, incluyendo el Ateneo, lo que viene a demostrar que no cuidó el apoyo que se le daba y que tanto beneficio le hubiera procurado.
Dice de sí: “Soy muy altanero en otra cosa: en haberme propuesto sobresalir como
lingüista y que se hablara de mí en el mundo. Ya hoy aquellos sueños se me han
enfriado y no daría un paso por tales vaciedades, que también lo son, (…) me
hacen mella todavía los desprecios en esta parte y las desconsideraciones y el
silencio sobre mis libros. (…) Sólo me diferencio en que busco honras de más
sustancia, fundadas en verdaderos méritos, en el verdadero saber y valer
intelectual (…) veo que soy tan necio como los que buscan ser honrados en vida
con honores y cargos sin merecimiento alguno”. Y añade: “Yo he sido un hombre que se ha pasado la vida entre libros,
estudiando, entre gentes observando y a solas por los campos meditando. De los
cuarenta y seis años que tengo, las tres cuartas partes me lo he pasado a mis
solas discurriendo sobre lo que había leído y observado. La soledad fue siempre
mi mejor amiga; ¡Bendita ella! El trato y comercio con las gentes sigue siendo
para mí tan sólo como rato de investigación y experimento en que allego
materiales que rumiar y pensar después, cuando a solas vuelvo a mí, dejando de
ser de los demás” (Cejador y Frauca, 1927).
Julio Cejador y Frauca, muere en Madrid el 1
de enero de 1927, sin duda una gran pérdida de alguien que se hizo a sí mismo
en un ambicioso proyecto de estudio e intelectualidad mal entendida por
algunos. Fue, en opinión de Ricardo del Arco, “la franqueza aragonesa andando, y ser franco le perdió para siempre”.
Por otro lado, su ya mencionado discípulo
Julio de Urquijo, escribió en lo que fue un epitafio para el maestro: “Se nos ha acusado a los vascos de falta de
agradecimiento con Cejador… acusación injusta… reconocidos a su buena voluntad
y entusiasmos por nuestras cosas, no nos era dado, sin embargo, difundir, ni
ensalzar sus trabajos. El escritor aragonés mostró una incomprensión absoluta
de los problemas que presenta el vascuence… la lengua vasca tiene demasiadas
bellezas para que pueda admitirse se la adorne con plumas ajenas”.
Como colofón más palabras de lamento: “Yo me iré de este mundo sin saber que nadie
haya apreciado la labor mía de toda mi vida. Tal es la pena, la honda pena con
que he vivido (…) esa pena es terrible, es la del artista que suda y trabaja
desconocido enteramente, que no sé si lo hubo jamás, pues siempre hay alguien
que entienda las obras artísticas, que aprecie un cuadro, un trozo de de
música, una poesía, un trozo de prosa”(Cejador y Frauca, 1927).
Desde la galería de retratos, la mirada de
Cejador, hoy, tras sus lentes, a buen seguro que es de agradecimiento porque su
eco resuene de nuevo entre las paredes de esta bienacogedora y docta
institución: el Ateneo de Madrid.
Anexo - OBRAS:
- Historia de la lengua y
literatura castellanas (1915-1920) (14 vols.)
- La lengua de Cervantes
(1905-1906) (2 vols.)
- Gramática y Diccionario
de la lengua castellana en el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.
- Tesoro de la lengua
castellana (1908-1914).
- Gramática griega
(1900; segunda edición ampliada, 1928)
- Diccionario
etimológico-analítico latino-castellano (1926)
- Nuevo método teórico
práctico para aprender la lengua latina
- Vocabulario medieval
castellano (1929). (Hay edición facsímil moderna)
- El lenguaje (1901),
(6 vols)
- Epítome de literatura
latina
- Embriogenia del
lenguaje: su estructura y formación primitivas, sacadas del estudio
comparativo de los elementos demostrativos de las lenguas (1904).
- Toponimia hispánica.
- La verdadera poesía
castellana. Floresta de la antigua lírica popular (Antología de la
lírica castellana en 6 vols)
- Tierra y alma de España
e Iberia: alfabeto e inscripciones ibéricas.
- Epistolario de
escritores hispanoamericanos, (2 vols)
- Historia crítica de la
antigua lírica popular
- Lo que dicen las
palabras.
- Los gérmenes del
lenguaje. Estudio fisiológico y psicológico de las voces del lenguaje como
base para la investigación de sus orígenes (1902)
- Cabos sueltos.
Literatura y Lingüística (1907)
- Introducción a la
ciencia del lenguaje (1911)
- Fraseología o
estilística castellana (1921)
En narrativa:
- Oro y oropel
- Trazas de amor. Novela
psicológica (1914)
- Mirando a Loyola. El alma
de la Compañía de Jesús
Traducciones:
Artículos de prensa
También elaboró estimables ediciones anotadas del Arcipreste de Hita, Lazarillo de Tormes,
La Celestina, Mateo Alemán, Los sueños de Quevedo, El Criticón de Baltasar Gracián
y otros clásicos.
(2) El
resto de áreas son Ciencias Históricas, Ciencias Exactas, Ciencias Morales y
Políticas y Ciencias Militares, con profesores de prestigio como Menéndez
Pelayo, Mélida, Echegaray, Moreto, Emilia Pardo Bazán… entre otros.
Bibliografía
Cejador y Frauca, Julio. Recuerdos de mi vida. Madrid: Imprenta Radio, 1927.
Cejador y Frauca, Julio. Recuerdos de mi vida. Madrid: Imprenta Radio, 1927.
Jiménez Soler, Andrés.«Bibliografia», Revista de la Universidad de Zaragoza (octubre-noviembre, 1927); pág. 183 en Marco García, Antonio. Primera aproximación a la figura de Julio Cejador y Frauca [en línea]. Disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra/primera-aproximacin-a-la-figura-de-julio-cejador-y-frauca-0/
Pérez de Ayala, Ramón. A.M.D.G. La vida en los colegios de jesuitas (1910). Madrid: Cátedra. 1984.
Urquijo, Julio de. La tragedia de Cejador, [en línea].
Disponible http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/riev/18/18513519.pdf
NOTA:
Recuerda que siempre hay que citar la fuente de información. Para citar
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