PILAR DEL CAMPO PUERTA
María es la verdadera protagonista de esta historia: su escribir, pensar, vivir.
Cada mañana, María se despierta con una extraña opresión en el pecho y desazón en el vientre. No, María no presenta ningún patológico cuadro cardíaco ni intestinal; a María lo que le sucede es que cada mañana despierta con la ilusión de escribir.
Desde niña lo de plasmar sobre el papel todo lo que circula por su cabeza es fuente de vida y, a medida que los años avanzan, esa necesidad aumenta.
María, cada mañana necesita sacar del corazón los sueños y parirlos del vientre, como se para a los hijos; en ese instante se siente demasiado identificada con Isabel Allende, a la que conoció en la Casa de América y aún resuenan en sus oídos las bellas palabras que pronunció la escritora: “Mis novelas no se gestan en la mente, crecen en el vientre”.
Pero María se
enfrenta a la escasez de medios, y no me estoy refiriendo a que carezca de una
sala espaciosa (o reducida) pero íntima, con una mesa tan proporcionada que los
folios, el diccionario, sus libros preferidos, el jarroncito de flores frescas,
un set de escritorio a juego con la carpeta, las cortinas y los asientos de las sillas; un mirador a una plaza soleada donde
el silencio ocupe las horas en que María se concentra para escribir y el
bullicio comience cuando ponga el punto y final. No, María se enfrenta a
lagunas –grandes o pequeñas, según se mire- para poder practicar su ejercicio
diario de escritura.
Por eso, me decido ayudarla con mis consejos y aunque José María Guelbenzu afirme que "Escribir es un aprendizaje que no admite lecciones teóricas", yo añado que saber, al menos, qué dirección tomar es muy importante.
Por eso, me decido ayudarla con mis consejos y aunque José María Guelbenzu afirme que "Escribir es un aprendizaje que no admite lecciones teóricas", yo añado que saber, al menos, qué dirección tomar es muy importante.
La primera recomendación que hago a María, para
sanarse el dolor interno, es que se empape de la biografía de los grandes; es
decir, que adquiera, de la biblioteca, sin ir más lejos, las memorias de los
que ahora son maestros de las letras o de cualquier arte, y vea los duros
comienzos, los fracasos, los disgustos, los esfuerzos… que
pasaron hasta llegar al éxito después de años de lucha e incertidumbre.
Otro ejemplo del que hablo a María es el de Mario Benedetti, que autopublicó sus primeros libros por un dineral siendo un fracaso de ventas. Y la hago comprender que no todo lo que escriba gustará; puede que tampoco vea la luz, pero aún así, con sus escritos en los cajones, no dejará de ser escritora y se vanagloriará diciendo: “no saben lo que se pierden”.
Mario Benedetti |
1 - Los libros están para usarse.
2 - A cada lector su libro.
3 - A cada libro su lector.
4 - Hay que ahorrar tiempo al lector.
5 - La biblioteca es un organismo en crecimiento.
Quiero destacar, para la reflexión que ofrezco a María, las de "a cada lector su libro" y "a cada libro su lector"; con ellas le doy dos consejos:
Consejo: No te avergüences nunca de lo que escribas; para gustos se hicieron los escritos, por eso, a unos gustará y a otros no. Sin problemas.
Consejo: Nunca debes tirar a la basura un escrito. Porque, además de ser un trocito de tus neuronas "escritoras", es un buen trozo de tu "tiempo", tu "ilusión de cada día" y, además, nunca sabes cuándo puedes necesitarlo.
Pero claro, ahora surge otra gran duda; el otro dilema: ¿Quién puede considerarse escritor? ¿Es escritor el que escribe o el que publica?
Opiniones
encontradas para todos los gustos, muchos pueden
pensar que escritor es quien publica, quien vende, y entonces nos
quedamos con un reducido número de elegidos. Pero a mi juicio, escritor es quien escribe. Con la firme
exclusión del que lo hace de vez en cuando o en circunstancias concretas;
ese recibe el nombre de “creador circunstancial o dominguero”.
Así,
puede considerarse escritor todo aquel que plasma sus ideas a diario, publique
o no. Quien como María amanece cada mañana con la ilusión nueva de escribir lo
que la imaginación le dicte. Como este microcuento... para enviarlo a un
concurso:
Cuadro del mar de Whistler |
NOTA:
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