PILAR DEL CAMPO PUERTA
Ya que tanto hincapié hago en la lectura, os ofrezco este escrito que hace tiempo hice en honor a LA LECTURA y que está dentro de mi libro Mar: Pinceladas y letras.
¡Leer o no leer; he aquí el problema! .
¿Qué es más grato para el espíritu, sufrir los
golpes y dardos de la insultante información, apenas elaborada, transmitida en
favor de sumas millonarias, insulsa de temas apresando almas faltas de voluntad
selectiva, incapaces de tirar la basura caída en sus manos; o tomar las armas
poderosas y mágicas de la lectura culta
interpretándola entre líneas, contaminado el espíritu de ideas y energía
positiva?. ¡Embrutecer…, morir, sin más!. ¡Leer…, aprender, vivir!.
Mil palabras resumen una imagen, pero cuando ésta anula la imaginación
y el juego a descubrir rostros sin edad,
modos y modales, ropas que cubren o descubren, lugares, borrascas en contraste
con brillantes resplandores, nubes que semejan la faz de etéreos seres,
crepúsculos dormidos, la reina de la noche blanca y limpia, paisajes evocados
para ver en un cerrar de ojos, bien puede decirse que la batalla está perdida.
Y cuando sean los sentimientos reflejos
de una imagen, es más fácil sellar el amor con un beso y el desengaño con un
duelo, que plasmar el sueño soñado del amor en versos, y reprochar en una carta
doliente el desencanto. Pero, ¿no es más hermoso que los poemas de amor transfundan suero de amor por las venas o que
el doliente desencanto haga incluso llorar?.
¡Leer o no leer; cuesta tanto hacerlo!.
En tiempos de rentabilidad, donde el couché compite con lo
didáctico, lo impensable con lo reflexivo, la bulla con la calma…, no se halla
lugar ni momento para la lectura bien entendida, cuesta hacerlo. Muchos dicen
leer deportes, moda, dietas, programaciones, prospectos, pero ¿y
el libro?. Existen mil razones para esquivarle, pero cien mil para leerle, sólo
es cuestión de voluntad, y no vale preguntarse dónde o en qué momento; hay quien
realiza el acto en el autobús, en un banco del parque, en una fila de espera,
en un consultorio médico, en la biblioteca, en el dormitorio, en el cuarto de
baño, o frente al mar. ¿Por qué no frente al mar?. A solas comienza el cortejo.
Se acaricia con suavidad la cubierta del que guarda un mundo desconocido y
enigmático, la primera frase llega a los labios, se relajan los músculos, queda
ausente el tiempo y el corazón prendido al vicio más confesable: la lectura.
¡Espero que te haya gustado! Continuará...
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